y su amigo Juan Falú dice esto,
¿Por qué yo?, me pregunté cuando Alejo me pidió escribir estas líneas. ¿Por qué yo, que nunca saqué una foto en treinta años de viajes por el mundo? Estas palabras, por tanto, sólo pueden ser la búsqueda de la respuesta a aquella pregunta. Tal vez podría plantear otra pregunta: ¿por qué Alejo se emociona hasta las lágrimas cuando escucha una guitarra, o una canción? ¿Cómo somos los Alejos y Juanes de todos los días, ante el arte que es revelador? Y, como siempre sucede cuando se pretende intelectualizar las zonas de los misterios, las respuestas son banales y la pregunta sigue siendo esencial. Sobran las palabras, mi querido Alejo. Espero de tus fotografías la misma generosa emoción que disparan en vos las guitarras o una canción. Espero de todo artista y de todas las fotos y todas las guitarras, la misma comunión que nos hace crecer, transformarnos y sentir dolores, amores, felicidades, porque siento que ésa es la convocatoria del arte. Y por eso el arte es refugio y tiempo, y la mejor metáfora de la libertad que luego alimenta las conciencias. “En algo nos parecemos” (“luna de mi soledad”) y creo que es en el cobijo que da la tierra a tus fotos, a tus fotografiados y al fotógrafo. He visto en algunas de ellas tanta melancolía en un junco como en la mirada de un niño, y me impresiona sentir que, en la sutileza de la luz y sus tonalidades, pareciera que salen fotografiados el aire y el tiempo. Para mí, eso es casi todo y no necesito más. De lo otro, o de la técnica, que hablen los que saben (o sea, vos mismo)
Te mando un fuerte abrazo
Juan Falú, 19/05/2011
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